Considera una ruta con una buena superficie plana, preferiblemente en un parque o en el estadio. Deja las rutas urbanas o forestales extremas para más adelante. Al principio, todo debe ir perfectamente y no debe haber irritación. Que sea un paseo agradable, no demasiado intenso – un trote ligero o incluso correr + andar. Así sentirás la alegría del movimiento, la tranquilidad de la mañana y el aire, tan limpio sólo a primera hora de la mañana. Haz un poco de meditación al mismo tiempo que corres, lo que te ayudará a concentrarte antes del trabajo del día. Después de una carrera tan pausada, seguro que sientes una explosión de energía.

Después, una vez que te hayas enamorado de tu carrera matutina, puedes aumentar gradualmente la carga y pasar a un programa de entrenamiento más exigente. No sigas “a tope”: después del entrenamiento matutino no debes sentir fatiga, sino un ligero impulso. Cuanto más “animado” estés al correr, mejor será tu rendimiento en todo lo demás.